Prisoners: Como la desesperación nos puede convertir en demonios
Prisoners es una película del 2013 escrita por Aaron Guzikowski, y dirigida por el aclamado director canadiense Denis Villeneuve. Esta película neo noir, de suspenso y thriller psicológico, nos cuenta la historia de como Keller Dover y sus amigos los Birch, sufren el secuestro de sus hijas. Al principio, el principal sospechoso era Alex Jones, un joven de 26 años que se paseaba con su caravana móvil. Sin embargo, después de un interrogatorio de 10 horas es desechado como sospechoso por tener el IQ de un niño de 10 años. Siendo prácticamente imposible que alguien así hubiera podido secuestrar a las niñas.
Cuando nuestros miedos nos dominan
A pesar de esto, Keller Dover está convencido de que Alex Jones fue quien las secuestró, y está decidido en hacer que confiese. Por lo que lo secuestra y lo somete a una gran cantidad de torturas inimaginables durante días.
Por otra parte, el detective Loki, sigue con la investigación con las pocas pruebas fehacientes que tiene, como lo son: el descubrimiento de un cadáver con un amuleto en forma de laberinto, los misteriosos allanamientos en las casas de los Dover y los Birch, y los rondines de Keller Dover.
Esta película nos habla de que tan bajo puede caer un ser humano cuando la duda, el miedo, y la desesperación se apoderan de él o ella. Al principio de la película Keller Dover le dice a su hijo que la lección más valiosa que le dejó su padre fue “a estar siempre preparado”.
Esta lección, Keller la ha llevado a extremos patológicos, como lo vemos en su casa, donde su sótano está lleno de armas y químicos peligrosos, por si alguna crisis llega a azotar al vecindario. Esta forma tan extremista de estar prevenido quizás este relacionado con el suicidio de su padre en el edificio que le heredó, y que será el lugar donde perpetuará un crimen horrendo.
Este mensaje de no dejarnos caer ante la desesperación también aplica para algunas acciones que realiza Loki. Cuando él descubre que quien estaba allanando las casas era Bob Taylor, y que tenía maletas llenas de serpientes con la ropa ensangrentada de las niñas, hizo que Loki cayera en lo mismo que Dover, quería que él fuera el culpable, antes de que tan siquiera analizaran la sangre en la ropa de las niñas.
Esta desesperación hizo que Loki golpeara a Taylor en el interrogatorio, lo que hizo que durante el forcejeo Taylor le quitara el arma a uno de los policías y se suicidara, dejando el caso prácticamente imposible de resolver. Olvidó la objetividad y frialdad que debe tener un detective, él tenía que rendirse a la evidencia tangible y no a sus emociones.