Clara Bow: El lado más aterrador de Hollywood
En la década de 1920, el término “it girl” era desconocido hasta que ella, Clara Bow, lo personificó. Nacida en Brooklyn el 29 de julio de 1905, su vida se dividió entre la pobreza extrema, la violencia y el abandono desde la infancia, hasta el fulgor de los reflectores en Hollywood. Donde se convirtió en una de las actrices más populares de su tiempo. Sin embargo, el éxito y la fama no lograron que ella se dejara de sentir podrida por dentro.
Sus padres
Clara, lo primero que conoció fue el dolor. Su madre, Sarah, luchaba contra la esquizofrenia y la adicción, lo que la llevó a tratar de asesinar a Clara. La primera vez intentó deogllarla mientras dormía, y la segunda la amenazó con un cuchillo en medio de la calle. Su padre, Robert, era un hombre violento y alcohólico. Llegó incluso a violar a Clara cuando tenía quince años.
Cuando era niña, era rechazada por las de su sexo. Al ser tan pobre, siempre iba desarreglada, por lo que las pequeñas mentes de sus contemporáneas, educadas por una sociedad plastificada, y las revistas de moda de sus madres, no concebían jugar con ella. Encontró cobijo con los niños. Jugaba béisbol, futbol, e incluso aprendió a pelear.
Un concurso de talentos, The Fame and Fortune Contest, marcó el punto de partida de su incursión en el cine. Aunque su debut fue opacado por críticas que la calificaban de “demasiado andrógina”, los bolsos arrugados, y machistas que controlaban la industria, veían que ella, tenía eso.
El ascenso de una estrella
En pocos años, Clara Bow pasó de ser una actriz más en una industria saturada de hombres, y de caras bonitas, a convertirse en la protagonista indiscutible del cine mudo. Su estilo fresco y natural encarnaba el espíritu de las flappers, esas jóvenes modernas y atrevidas, que eran la pesadilla de cualquier novicia. Películas como Días de colegial y Radiante juventud consolidaron su lugar como ícono sexual.
Fue la película It (1927) la que la catapultó al estrellato absoluto. En ella, Bow era eso, una mezcla de carisma, sensualidad y magnetismo que fascinaba tanto a hombres como a mujeres. El éxito de It fue tan grande que su rostro decoró portadas y vallas publicitarias por todo el país, convirtiéndola en la mujer más reconocida de su época.
La otra cara del éxito
Detrás de la fama, la vida de Clara no era muy diferente a la de su natal Brooklyn. En un ambiente donde no había entrevistas, ni audiciones, solo faldas levantadas y medias rotas. Fue víctima de productores como B.P. Schulberg, quien la puso en la cima del mundo, y desgracidamente, de su colchón. Schulberg la explotaba sexualmente, como a otras chicas que en busca del sueño americano (o una vida medianamente “decente”) caían en las garras de tipos como él. La prensa sensacionalista también contribuyó a su caída, difundiendo rumores descabellados sobre su vida privada, muchos de ellos completamente falsos.
Clara no era una figura típica de Hollywood. Rechazaba los lujos y prefería pasar tiempo con su equipo técnico que con otras estrellas. Sin embargo, su estilo de vida “libertino”, le valieron la condena social, en un mundo ultraconservador.
El declive y el retiro
La llegada del cine sonoro fue una bendición, pero para muchos actores, que jamás se habían escuchado, significó un declive en sus carreras. Para Clara Bow, su fuerte acento de Brooklyn y su inseguridad fueron utilizados en su contra por una industria que buscaba renovar sus rostros. Aunque su talento seguía intacto, la presión, y los constantes escándalos la llevaron a un colapso nervioso en 1931. Finalmente, Paramount, incapaz de lidiar con su fragilidad mental, terminó su contrato.
A los 28 años, y tras protagonizar 57 películas, Clara Bow se retiró del cine. Se casó con el actor Rex Bell y se dedicó a su familia, pero los problemas de salud mental nunca la abandonaron. En sus últimos años, fue diagnosticada con esquizofrenia y “tratada” con la misma delicadeza que los sanatorios mentales tenían sobre sus pacientes en aquel entonces.
Clara falleció en 1965. Fue victima de sus circunstancias. De su ¿destino? suena injusto decir que ella tenía que haber vivido eso. Quiero pensar, que simplemente fue parte de una estadística. Que no tuvo suerte. Que simplemente nació en el lugar y momentos equivocados. Fue victima de una sociedad rota, machista, misógina, violadora, y muy atrasada, en temas de salud mental. Ella debería ser recordada, por su legado cinematográfico e interpretativo. Debería ser un símbolo no solo de feminidad, sino todo un estadarte a la salud mental, a la erradicación del machismo y de las dinámicas abusivas de poder. Pero desgraciadamente, solo es recordada como, eso.