El ascenso de Benjamin Clementine: El músico vagabundo
Benjamin Clementine, tiene una de las historias más impresionantes del mundo de la música; una historia que muestra su transición de vagabundo, a músico, de músico, a estrella internacional.
Como si Nina Simone, hubiera sido hombre
Clementine nació en Londres en una familia de clase baja, y su primer acercamiento a la música fue a través del piano, instrumento que aprendió de manera autodidacta. Sin embargo, su padre insistió en que siguiera una carrera más “estable” como abogado. Las constantes tensiones con su familia lo llevaron a tomar la fuerte decisión, de huir de su casa siendo un adolescente.
Benjamin a sus 16 años mendigaba y dormía en las calles de París. Después de varios meses no había forma de dejar de tocar fondo, por lo que entró en una enorme desesperación. Fue a la catedral del sagrado corazón en París, tiró su gorra, y se puso a cantar a acapela en la fachada de aquel recinto. Al final del día tenía suficiente dinero como para sobrevivir uno o dos días más, por lo que se dio cuenta que la música era la única forma fáctible para sobrevivir.
Encontró una guitarra rota y vieja, y con ella comenzó a cantar por las calles y plazas de París. Por azares del destino se subió a un tren donde iba un productor musical, quien le presentaría a quien sería su futuro manager. Habiendo encontrado una oportunidad única, se presentó un pequeño problema. Después de años de vagabundear, la mente de Benjamin había sufrido estragos, además que era una persona muy tímida, y con un leve grado de autismo. Y por si fuera poco, Benjamin se salía tanto del molde de artista pop, que distaba de escribir baladas comerciales. En lugar de eso, escribía poemas complejos musicalizados con piezas de piano, que se movían entre lo clásico y el jazz puro.
El día en que cambió todo
Llegó el día en que le ofrecieron presentarse en el programa Later with Jools Holland. Su manager le suplicó que tocara una canción más divertida y amena para que conectara con las personas más jóvenes, pero Benjamin se negó rotundamente a hacerlo.
Llegó el día de la presentación, y para añadirle un grado de nerviosismo a su pobre manager, Benjamin salió a tocar usando un traje viejo, con el pecho completamente desnudo y con los pies descalzos. Fue ahí donde interpretó Cornerstone, una canción que compuso días atrás y que nadie había escuchado hasta ese entonces. La canción hablaba de su aislamiento como ser humano, inspirado por completo en los años en que vagabundeó por las calles de París.
Contra todo lo pronósticado, aquella presentación fue completamente ovacionada por todos los que la han visto. Esto le dio carta libre para hacer lo que quisiera con su carrera, y en 2015, estrenó At Least For Now, su álbum debut que le hizo ganar el premio “al mejor álbum británico del año” en los premios Mercury.
Su música ha sido elogiada por otros artistas como Paul McCartney, quien lo reconoce como un genio. Hoy, aquel vagabundo que cantaba en la fachada de la catedral del sagrado corazón, se ha convertido en uno de los artistas más importantes de la actulidad. Incluso muchos criticos y fanáticos de su música, describen a Benjamin como si Nina Simone, hubiera sido hombre. Sin duda un ejemplo de como el arte puede salvar la vida de las personas, y encaminarlas a una vida más estable.