El andador de historias
Inesperadamente muerto justo a la hora en la cual estaba conociendo la consagración (y para muchos un futuro Nobel) al mismo tiempo que las mieles del éxito, el académico y escritor alemán W.G. Sebald (1944-2001) supo dejar antes de morir una obra pequeña en cantidad pero extensa en intenciones, creando un nuevo género a la hora de narrar el yo fundiéndose con la historia, crónica, autobiografía y fotografía, en donde una caminata (tema constante en su obra) podía trascender, en tan sólo unas páginas, a la reflexión e historia y heridas de una nación, de la mano de una prosa ágil pero al mismo tiempo contemplativa, en la que un cuadro de Rembrandt dejaba de ser una mera obra de arte para convertirse en clave para entender un presente.
Y es en Los Anillos de Saturno (1995 y traducido al español por Editorial Anagrama) que encontramos quizá la cumbre de un genio tan inclasificable cómo su obra: tomando cómo pretexto una caminata por la Ciudad Británica de Suffolk, el narrador empieza un recorrido por su memoria, comprendiendo que la misma es también la de una nación donde los lugares se convierten en coordenadas para a través de ellos encontrarse a si mismo y donde Thomas Browne, la seda, la guerra y más caben en uno de los libros más únicos y al mismo tiempo mágicos que haya alumbrado el siglo XX.
¿Qué escuchar?
Y si hay una frecuencia donde Sebald sintoniza, sin duda es la de el muy de culto Leyland James Kirby (1974), mejor conocido como The Caretaker: obsesionado en partes iguales por la cinta de El Resplandor (1980), el jazz, la fantasmagoria y la memoria, los paisajes sonoros que ha creado desde su esencial debut en 1999 con Selected Memories from the Haunted Ballroom son quizá lo más cercano a el eco de un fantasma en cuanto a sonido se refiere, encontrando forma en la distancia y encontrando la mejor expresión de su peculiar mezcla de electrónica/lo-fi/big band en el magnífico A stairway to the stars (2001) que más que ser un mero álbum es algo equivalente a escuchar a lo lejos una fiesta en el legendario Hotel Overlook . Una fiesta que jamás terminó. Y que hipnotiza.