
A través de la persiana americana.
La anarquía de un antipoeta.
El misterio y magia de uno de los pilares secretos de la literatura latinoamericana.
Los amores y dolores de una poeta.
Las peculiaridades de un editor de culto.
Estos son sólo algunos de los formidables retratos que nos regala la periodista Leila Guerriero (1961 Junín, Argentina) en Plano Americano (Anagrama, 2017), libro esencial para conocer no sólo el trabajo de quien quizá sea, hoy por hoy, la periodista más vital de Latinoamérica sino también al periodismo cómo alta literatura.
A través de 26 perfiles, enfocados en personalidades curiosas pero ineludibles a la hora de hablar de la cultura y artes argentinas, Leila nos muestra visiones del mundo, que nos sirven a nosotros cómo una guía para entender el mundo y la creación en nuestros tiempos, siempre con un pulso narrativo que no puede dejarse de leer.
Los enigmas de Idea Vilariño, lo formidable de Sara Facio, la envidiable soledad de Guillermo Kuitca (y su perro) y los avatares y desventuras de esa rareza que fue Roberto Artl son sólo algunos de los retratos que integran esta colección, sin duda una cumbre ya no sólo de su autora sino del periodismo narrativo del siglo XXI.
¿Qué escuchar?
Rebeldía, romanticismo, depresión, denuncia.
Y, siempre, la libertad cómo canto y bandera.
Cuando surgió Sui Generis en 1968, Charly García y Nito Mestre no la tenían fácil: era Argentina, había dictadura y su música (y letra) desde el vamos sonaba cómo un llamado a las armas.
Uno que se podía tararear. Desde el corazón.
Temas y acordes cómo Mariel y el Capitán, Rasguña las piedras, Confesiones de invierno y, muy especialmente, Canción para mi muerte fueron banda sonora para una generación cuya mente esfervecía ante la palabra revolución, invadiendo su cuerpo y convirtiendo estas y otras canciones en algo más que música.
En himnos.
En vida.
Y estás y otras canciones se pueden encontrar en el greatest hits Los inmortales: 20 grandes éxitos, disco fundacional para entender no sólo la canción cómo forma de protesta sino también cómo arte.
Y, de paso, todo el rock que vino posteriormente.
Grandes esos Sui Generis.