El Gran Gatsby y la sociedad de plástico
Publicada en 1925, El Gran Gatsby de F. Scott Fitzgerald es una de las novelas más emblemáticas de la literatura estadounidense, y hoy se considera una de las mejores jamás escritas. Sin embargo, su camino al estatus de clásico no fue fácil. La obra, que en un principio no recibió la atención merecida y apenas vendió 20,000 copias en su primer año, ganó popularidad tras la Segunda Guerra Mundial, siendo asignada en el plan de estudios de las escuelas secundarias en los Estados Unidos y siendo adaptada al teatro y al cine.
Donse se ve la luz verde
El Gran Gatsby se ambienta en el verano de 1922 en la ficticia ciudad de West Egg, Long Island. La trama sigue a Jay Gatsby, un joven millonario con un pasado misterioso alimentado por los cientos de rumores que giran en torno a su persona y una obsesión quijotesca por Daisy Buchanan, el amor de su vida. Narrada desde la perspectiva de Nick Carraway, primo de Daisy y vecino de Gatsby, la novela desde el inició muestra la decadencia, idealismo, resistencia al cambio, agitación social y excesos de la Era del Jazz y los locos años veinte.
La vida del propio Fitzgerald se funde con la narrativa del Gran Gatsby. Nacido en Minnesota y educado en Princeton, al igual que Nick Carraway, Fitzgerald experimentó de primera mano el esplendor y la frivolidad de las fiestas en mansiones de la Costa Norte de Long Island, que sirvieron de inspiración para el entorno de su novela. Su tormentosa relación con Zelda Sayre, a quien conoció mientras servía en el ejército, es su inspiración principal para construir la historia de amor entre Daisy y Gatsby. Al igual que el millonario, Fitzgerald se vio forzado a elevar su posición económica para poder casarse con Zelda. Quien era una chica inestable y con un elevado resentimiento por Fitzgerald. Llegando a decir que toda la historia del Gran Gatsby se le ocurrió a Fitzgerald luego de leer las cartas que ella escribía, acusandolo de plagio.
Los locos años 20
El contexto histórico es crucial en El Gran Gatsby. La prosperidad económica, la evolución del jazz, el contrabando y otras actividades criminales son elementos que Fitzgerald incorpora en su narrativa. La novela no solo cuenta la historia de Gatsby, sino que también ofrece una crítica social de la América de los años veinte, explorando la ilusión, la corrupción, y lo plástico del sueño americano.
Uno de los aspectos más fascinantes de El Gran Gatsby es su rica caracterización. Jay Gatsby, con su fortuna obtenida a través del contrabando y su desesperada búsqueda de amor, representa tanto la esperanza como la tragedia del sueño americano. Daisy Buchanan, con su superficialidad y ensimismamiento, refleja las expectativas y limitaciones impuestas a las mujeres de su época. Tom Buchanan, el arrogante y racista esposo de Daisy, simboliza la resistencia al cambio y la persistencia de las divisiones de clase. A través de estos personajes, Fitzgerald construye un retrato complejo y atemporal de la sociedad estadounidense.
A lo largo de los años, El Gran Gatsby ha sido interpretado de diversas maneras. Algunos, como Sarah Churchwell en su libro “Careless People”, especulan que el final de la novela se basa en el caso Hall-Mills. Otros, como el periodista Nick Gillespie, ven en la obra una reflexión sobre la evolución económica y social de Estados Unidos, destacando el conflicto entre las fuentes de poder establecidas y los advenedizos.
En resumen, El Gran Gatsby es más que una historia de amor y riqueza; es una meditación profunda sobre la aspiración humana, la decadencia moral y la lucha por la identidad en una era de cambio y exceso. La obra de Fitzgerald sigue siendo relevante hoy en día, recordándonos la fragilidad del sueño americano y la eterna búsqueda de significado y pertenencia.