El Serialismo Integral: Más Allá de las Notas Altas
En el intrincado paisaje de la música del siglo XX, una técnica se erige como un faro de innovación y desafío: el serialismo integral. Surgiendo de las raíces dodecafónicas de Arnold Schönberg, esta técnica va más allá de simplemente ordenar las doce notas de la escala cromática. ¿Qué lo hace integral? La respuesta yace en la aplicación del principio serial a diversos parámetros musicales, trascendiendo la mera altura de las notas.
Una disciplina que abarca miles de posibilidades
En el corazón del serialismo integral, encontramos la capacidad de abarcar múltiples dimensiones musicales. El dodecafonismo, precursor directo, se centraba exclusivamente en la altura de las notas. Sin embargo, los visionarios que buscaron ir más allá, como los compositores de la posguerra, llevaron esta técnica hacia un “serialismo total”. Aquí, el principio serial gobierna no solo la altura, sino también el ritmo, la dinámica y el timbre.
Imaginen una partitura donde cada nota no solo tiene su altura designada, sino también una duración única, una intensidad sonora específica y, en algunos casos, un timbre distintivo. Este enfoque integral desafía las convenciones, transformando la composición en un ejercicio intelectual más que en una experiencia auditiva convencional.
Un Arte Degenerado
Los desarrollos más profundos del serialismo emergen después de la Segunda Guerra Mundial, marcando un cambio radical en la forma en que se concebía la música. Los compositores, a partir de la década de 1950, criticaron el dodecafonismo por no aplicar el principio serial a todos los aspectos de la composición. La innovación real, argumentaban, residía en extender este principio a cada elemento musical, liberándose de las ataduras tradicionales.
En el contexto político de la Alemania nazi, el dodecafonismo fue repudiado como “arte degenerado”. Es notable que la técnica y sus desarrollos ganaran impulso después de la guerra, con compositores migrando y resistiendo a las opresiones. Mientras Hitler lo veía como una expresión del “bolchevismo cultural”, Stalin lo despreciaba como “formalismo burgués”.
¿Música difícil de escuchar?
Es importante destacar que el serialismo integral desafía las expectativas convencionales de disfrute auditivo. Su enfoque prioritario está en la estructura de la obra, siendo el placer auditivo un subproducto secundario. Los compositores serialistas deliberadamente rechazan al público, exigiendo devoción a la intrincada estructura de su universo musical.
La dificultad percibida para entender el serialismo integral ha generado diversas respuestas por parte de compositores y críticos. Algunos argumentan que la comprensión consciente de los procedimientos seriales no es esencial para apreciar la coherencia resultante, mientras que otros abogan por una cooperación activa del oyente en el aprendizaje de la técnica.
El renombrado compositor Paul Hindemith, considerado un “degenerado” por el Tercer Reich, abiertamente se manifestó en contra del dodecafonismo, argumentando en su tratado “El oficio de la composición musical”. La controversia persiste, y los defensores del dodecafonismo señalan antecedentes en Bach, Mozart, Liszt y Wagner, sugiriendo que este podría entenderse como el agotamiento formal de una era.
En última instancia, el serialismo integral trasciende las notas altas para explorar un cosmos musical donde cada elemento se subyuga al principio serial. Aunque su recepción pueda ser desafiante, su impacto en la evolución de la música es innegable, desafiando las normas y cuestionando la relación entre el compositor, el intérprete y el oyente. En este universo sonoro integral, la música se convierte en una experiencia más allá de la melodía, desafiando y expandiendo los límites de la percepción musical.