Beyond the Blue Por José Agustín Ortiz

Leonard Cohen: ese hombre

Con esa L es que se escribió para la posteridad el nombre del cantautor, poeta y novelista canadiense Leonard Cohen (1934-2016).

Leonard Cohen Has Died at Eighty-Two | The New Yorker

Poeta de la melancolía, bon vivant, seductor, de voz cavernosa y acordes gélidos (cual suspiro en invierno) Cohen debuta a los 33 años con esa formidable obra maestra del folk llamada Songs of Leonard Cohen, que lo consagraría desde el principio cómo alguien en primera fila a la hora de capturar y cantar el sonido de los corazones al quebrarse y resignarse a seguir adelante, alumbrando en su carrera discos esenciales cómo el confesional Songs from a Room (1969), el punkie-y odiado por el- Death of a Ladies Man (1976), ese suspiro amoroso y nocturno donde casaba la resaca con el sintetizador que es I´m Your man (1988)  y esa despedida colgando las botas pero dejándonos queriendo más en You want it darker (2016).

Y dice mucho que un tema tan sublime y, siendo honestos, choteado como Hallelujah (de 1984), usado tanto por Shrek (2001) cómo en los memoriales del 9/11 , no haya opacado esas catedrales de canción cómo lo son Suzanne, Tower of Song, I´m your man, Everybody knows y Bird on a wire, por mencionar algunas, mismas que conjugaron para que no sólo en el año 2011 le fuera otorgado el Premio Príncipe de Asturias de literatura sino que además fuera el nombre que más sonó al ganar Bob Dylan el Nobel de Literatura cuando se hablaba de que otro cantautor lo merecería.

Y desde el principio estuvo eso, la literatura.

Porqué mucho antes de la música estuvieron las letras, ya fuera cómo poeta o novelista, esta segunda faceta teniéndolo cómo contraparte canadiense de lo que hacían en New York autores cómo Philip Roth, John Updike y, sobre todo, el ermitaño J.D. Salinger; novelas que se leían cómo una especie de autoconfesión donde cansado de contener sus latidos su autor decidía vertirlas en obras donde la inocencia, deseo, sexo, traición y el anhelo se conjugaban en obra maestras que podrían ser Beautiful losers (1966) o el fantástico debut que fue El juego favorito (1963).

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