“House of Cards”: Nuestro vecino psicótico
Desde su estreno en 2013, House of Cards se consolidó como un referente del drama político en televisión, marcando un antes y un después en la narrativa del poder. Creada por Beau Willimon y basada en una miniserie británica y una novela de Michael Dobbs, la producción ofreció una visión cruda y sin filtros de las intrigas políticas en Estados Unidos. A lo largo de sus seis temporadas, el espectador fue testigo de un viaje implacable hacia la cúspide del poder, liderado por el inescrupuloso Frank Underwood y su igualmente calculadora esposa, Claire.
La trama inicial: traición y ambición
La historia arranca con Frank Underwood, congresista del 5.º distrito de Carolina del Sur y líder de la mayoría en la Cámara de Representantes. Al ser pasado por alto para ocupar el cargo de Secretario de Estado por el recién electo presidente Garrett Walker, Frank decide desatar un plan meticulosamente diseñado para obtener una posición de mayor poder. Ayudado por su esposa Claire, quien dirige una ONG con objetivos poco claros, Frank utiliza la manipulación, el chantaje y hasta el asesinato como herramientas para alcanzar sus objetivos.
En la primera temporada, Underwood establece alianzas estratégicas y relaciones simbióticas con figuras clave, incluida Zoe Barnes, una periodista ambiciosa que termina siendo una pieza en su juego de manipulación mediática. Sin embargo, las lealtades de Frank son efímeras, y quienes lo ayudan se convierten rápidamente en obstáculos eliminables.
Escalada de poder y oscuridad
Conforme avanza la serie, Frank asciende en la jerarquía política, alcanzando primero la vicepresidencia y, posteriormente, la presidencia de los Estados Unidos. Su camino está plagado de traiciones, como el asesinato de Peter Russo, un congresista a quien utiliza y descarta, y el empujón letal que da a Zoe Barnes en una estación de metro.
Mientras Frank se consolida en el poder, Claire emerge como una fuerza política por derecho propio. Desde sus labores como embajadora de Estados Unidos ante la ONU hasta su eventual ascenso a la presidencia, Claire demuestra ser una figura tan estratégica y despiadada como su esposo. La relación entre ambos, inicialmente una sociedad de conveniencia, evoluciona hacia un enfrentamiento personal y político, culminando en un distanciamiento irreconciliable.
La caída de Frank y el ascenso de Claire
La sexta temporada marcó un punto de inflexión para la serie, con la salida de Kevin Spacey tras las acusaciones en su contra. La narrativa se centra entonces en Claire, quien asume plenamente el liderazgo y redefine la dinámica de poder en la Casa Blanca. Aunque el enfoque cambia, la esencia de la serie —la lucha por el control y la manipulación de los sistemas— permanece intacta.
Claire rompe finalmente la cuarta pared, un recurso narrativo utilizado magistralmente por Frank para dialogar con el público, estableciendo así su dominio absoluto tanto dentro como fuera de la pantalla.
Impacto cultural y legado
House of Cards no solo redefinió el género del drama político, sino que también abrió camino a las producciones originales de Netflix, siendo la primera serie de este tipo en recibir nominaciones importantes en los Premios Emmy. La interpretación de Robin Wright como Claire y de Kevin Spacey como Frank obtuvo múltiples elogios, aunque la polémica en torno a Spacey dejó una marca en su legado.
Ahora, seis años después de su última temporada, Netflix ha anunciado una séptima entrega para 2026, prometiendo nuevos personajes y tramas renovadas. Este regreso plantea interrogantes sobre cómo continuará explorando la relación entre el poder y la moralidad en un mundo cada vez más complejo.
House of Cards sigue siendo una obra que, aunque ficticia, ofrece un espejo inquietante de las dinámicas de poder en la vida real, mostrando cómo la ambición desmedida puede construir —y derrumbar— castillos de naipes.