La (contra) historia de Ellroy
Temperamental, sardónico, arrogante, directo, brutal, pesimista, grosero, paranoico, polémico.
Y %100 Americano.
Adjetivos faltan para describir al legendario James Ellroy (Los Angeles, 1948) pero uno no puede dudar que lo suyo es narrar a América partiendo de los susurros que han creado la historia; huérfano desde muy joven (al ser asesinada su madre de forma similar a como lo fue la trágica Dalia Negra, siendo esto una de las obsesiones/motores de Ellroy) y terrible ladrón juvenil, fue durante su trabajo como caddie en un prestigioso club de golf que encontraría la calma para sentarse a escribir sobre las sórdidas entrañas de Los Ángeles y California, bajo la forma de novelas policiacas donde la violencia, mujeres fatales, intrigas y demás clichés del género se fundían en una prosa directa, lejos de la melancolía que en muchas ocasiones permeaba el género y que, ya entrado a que ibn los cuarenta años, lo hizo alumbrar obras maestras cómo Los Angeles al Desnudo (1990, que se convirtió en una legendaria y muy oscarizada película dirigida por Curtis Hanson que le mostró al mundo el talento de Guy Pearce y Russel Crowe, además de darle el óscar a mejor actriz de reparto a una extraordinaria Kim Basinger), Jazz Blanco (1992) o esa cumbre que es la Trilogía de América (1995-2009), donde con modales de forense (y cameos que iban desde un Howard Hughes alucinante/alucinado, Jimmy Hoffa y John F. Kennedy, por mencionar algunos) se encargaba de retratar cómo Norteamérica empezó a irse al diablo.
Pero es en sus relatos donde uno podrá encontrar la llave para entrar a su mundo y es en los cuentos que integran Noches de Hollywood (1994) donde su estilo tan peculiar (esas frases cómo cuchilladas, ese humor seco y mordaz) encuentra en el glamour y el jazz del Hollywood clásico el mejor escenario, en 7 relatos que se leen cómo una novela sobre el lado obscuro de la fama: desde detectives obsesionados con divas del séptimo arte, acordeonistas que comprenden que quizá el autosecuestro sea lo que necesite su carrera y un pobre diablo que debe mediar entre el ya mencionado Hughes y el mafioso Mickey Cohen, pocas veces una antología ha sido tan perfecta a la hora de servir no sólo cómo alta literatura o manual de instrucciones para llegar al autor, sino también cómo una versión oculta sobre los mitos que, al construir la historia, nos construyen a nosotros.
¿Qué escuchar?
Y si a algo suena este libro (y toda la obra de Ellroy) es sin duda al Moss Side Story (1989) del muy de cool-to Barry Adamson; ex bajista de los post punk Magazine y The Birthday Party, en su debut Adamson se propuso crear la banda sonora de una cinta inexistente, una que de oída se convierte en el mejor noir jamás filmado.
Pero si grabado.
Jazz, ambient, música lounge, post rock y punk se unen en un disco elegantemente alucinado donde, al llegar a ese perfecto cierre con su versión del tema de El Hombre del Brazo de Oro de Elmer Bernstein, uno se pregunta el que no exista la película a la cual presume musicalizar sino porque no ha habido una secuela.