De dinastías y monstruos reptilianos.

Aún habiendo sido guionista de Beetlejuice y El Extraño mundo de Jack, además de haber sido nombrado cómo el mejor escritor de terror de la literatura de bolsillo por nada más y nada menos que Stephen King, hasta hace poco el nombre del sureño Michael McDowell (1950-1999) funcionaba más cómo una contraseña entre los amantes del terror que cómo el autor multiventas que siempre mereció ser, uno que en obras cómo la magnífica reinvención de casas encantadas de Los Elementales (1981) o el extravagante horror con asesinos seriales de Luna Fría sobre Babylon (1980) mostraba a alguien cuya maestría en la pluma iba empalmada del más alto entretenimiento.

Y lo que primero fue un fenómeno para la esencial editorial Valancourt Books al reeditarlo ahora llega a habla hispana de la mano de Blackie Books en el fenómeno literario de España este 2024 con la recuperación de la muy rara y adictiva novela-por-entregas que integra la saga Blackwater (1983) donde, a lo largo de seis partes, publicadas individualmente en español (La riada, El dique, La casa, La guerra, La fortuna y el de inminente publicación La lluvia), se nos narra el ascenso de la conflictiva y excéntrica familia Caskey, clan cuya vida cambia cuando, en la resaca de una inundación en Pascua de 1919 que hunde al pueblo de Perdido, el primogénito Óscar rescata y queda prendado de la misteriosa Elinor, quien no solamente puede decir que posee una belleza que no es de este mundo, guardando un secreto que empalma su destino con el de un pueblo que merece ser pronunciado en el mismo aliento del que hablamos de Macondo o Yoknapatawa.

Mezcla de telenovela y novela Lovecraftiana narrada con modales de Balzac, Blackwater nos muestra a lo largo de sus cerca de 1000 páginas (que se van cómo agua) el ascenso y perdición de un clan que haría las delicias de Catalina Creel pero, más importante, lo hace en aquellos lectores que decidan sumergirse en este mundo donde la fortuna, monstruos reptilianos, fantasmas y demás personajes excéntricos nos encandilan para, llegando a su emotivo y raro final, suspirar al darnos cuenta de, si, que raros y portentosos personajes acabamos de conocer.

Pero cómo los vamos a extrañar.

¿Qué escuchar?

Grabado en 1968 por un músico de sesión de Sonny y Cher, Gris-Gris le presentó al mundo el particular genio de Mac Rebennack, mejor conocido para la historia cómo Dr. John, alguien que decidió mezclar psicodelia, voodoo, jazz de New Orleans y lo que cupiera en el caldero para crear un disco tan indescriptible cómo hipnótico, uno que desde su publicación no ha perdido una pizca de su misterio y embrujo inicial.

Uno que no cuesta imaginar sonando mientras la ciudad de Perdido de hunde y Elinor Caskey nada en busca de ese amor al cual no abandonará.

Para desgracia y fortuna de los Caskey.