
Una cabeza peculiar
Admirado al frente de los extintos Talking Heads (Fundacional banda que supo mezclar el punk, el funk y el world music ganándose el reconocimiento de público y crítica mientras dejaban un puñado de obras maestras cómo Fear of Music y, sobre todo, Remain in light de 1980) y respetado por su carrera solista (Que lo mismo colabora con Arcade Fire, Brian Eno, Celia Cruz y Café Tacuba cómo explora las posibilidades de la fusión de ritmos, trabajo que se ha convertido en bandera de su legendario sello Luaka Bop), el escocés naturalizado americano David Byrne (1954) siempre se ha caracterizado por un genio al cual la música le queda chica, llevando su talento y visión a campos que van desde el cine, donde además de haber ganado el Óscar por la música de El Último Emperador (Bernardo Bertolucci, 1987) se dió el lujo de dirigir esa pequeña obra maestra llamada True Stories (1986 e inspiradora del nombre de la banda Radiohead), pasando por el teatro y la literatura.
Y es en Cómo funciona la música (Ed. Sexto Piso) donde, a medio camino entre la autobiografía y la teoría musical, encontramos a este genio explicando su cerebro y, el cómo entiende la música; filosofía, geografía e historia personal se juntan en un libro donde asistimos a un viaje sonoro donde conviven lo académico con lo interno para hablar justamente de la importancia del espacio a la hora de la cartografía sonora que nos concibe y nos acompaña.
Un libro peculiar, cómo su creador.
Pero igualmente disfrutable.

¿Qué escuchar?
Te pone a bailar pero te hacepensar decía la publicidad de esa época.
Fué en 1980 que Byrne al frente de los muy polimorfos y legendarios Talking Heads decidió unir cabeza y cerebro con el legendario Brian Eno (1947 y creador del ambient, además de productor de U2, Radiohead, Coldplay, Paul Simon y siguen los nombres) para alumbrar una obra maestra donde estos chicos egresados de la escuela de arte dejaban atrás el punk raro de sus inicios para crear algo que sólo podría ser definido cómo algo de Talking Heads.
Porqué si a algo suena el Remain in Light (1980) es a muchas cosas: ahí está esa angustia existencial para bailar en Once in a Lifetime, el enigma de Houses in Motion, la funky Crosseyed and Painless y el hip hop lacónico de Seen and not Seen dándole la bienvenida a unos años 80 que en ellos encontrarían la mejor banda sonora.