
De horror y necesarios fantasmas
Cuesta creer que la llamada ghost story haya surgido y tenido su auge en las navidades victorianas, donde frente a una chimenea y protegiéndose del frío se narraban sucesos paranormales cómo si fueran vivencias personales, sirviendo dichas historias cómo un refugio y bálsamo en donde lo insólito y siniestro se sentía cómo algo cercano, más común, y donde en escritores británicos cómo M.R. James, Violet Hunt, Arthur Machen y Henry James (por mencionar algunos), llegarían a ser parte de la alta literatura.
Y es la muy cool y de culto cuentista, novelista y poeta (además de letrista de Santa Sabina en algunos de sus mejroes momentos) Adriana Díaz Enciso (Guadalajara, Jalisco. 1964) quién antologa el esencial Sombra del árbol de la noche: nueva narrativa de fantasmas y portentos (Elefanta Editorial, 2015) con amor de aquella que ha dedicado gran parte de su obra a lo siniestro y delirante, pero siempre desde el corazón y con amor: así a través de más de una decena de cuentos por algunos de los mejores practicantes de relatos de fantasmas, prácticamente desconocidos para el lector casual, se nos da un catálogo de delirios y pesadillas donde nombres cómo Reggie Olivier, Adam Nevill y Mark Valentine se ponen al tú por tú con los grandes maestros, llevando las historias de fantasmas a un siglo XXI y poniéndose al tú por tú con los grandes maestros.
Ganando los lectores.

¿Qué escuchar?
Casas embrujadas para los oídos.
Ballets enfermos.
Noches eternas.
Carnicerías sónicas.
Si algo ha sido constante dentro del trabajo del artista conocido cómo Kreng (Nombre detrás del que se esconde Pepijn Cauldrón, nacido en Bélgica en 1964 y veterano del tearo más experimental y obscuro de Europa) es el horror cómo piedra sonora, uno que encuentra en Grimoire (2011) su cúspide, creando historias de fantasmas que se escuchan y se sienten demasiado reales.
Y que agradecemos no haber vivido.
Que agradecemos alguien las haya compuesto.



