El Colectivo y la Búsqueda Personal en ‘Güeros’
En el panorama del cine mexicano, pocos directores han logrado captar la esencia de una época como lo hizo Alonso Ruizpalacios con su ópera prima, Güeros (2014). Esta película, que ha cosechado elogios tanto en el ámbito nacional como internacional, no solo es un tributo al cine independiente, sino también un reflejo social de los movimientos estudiantiles que han marcado la historia reciente de México. Aunque la película no menciona explícitamente la huelga universitaria de 1999 en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), su trama se desenvuelve en un contexto que recuerda ese periodo de efervescencia política y social.
La huelga de 1999 surgió como una respuesta al intento del rectorado de la UNAM de imponer cuotas de inscripción y colegiaturas a los estudiantes, una medida que muchos consideraron un ataque al principio de educación gratuita. Este movimiento, liderado por la Asamblea Estudiantil Universitaria, detonó en una huelga que duró casi un año y movilizó a miles de estudiantes que exigían la derogación de las reformas. Fue un momento decisivo para una generación que ya venía arrastrando el descontento ante las políticas neoliberales de la década de los 90. En este contexto, Ruizpalacios, quien en ese entonces tenía 21 años, vivió en carne propia las tensiones de la época, influenciando la narrativa de su film.
Una Travesía Cinematográfica por una Ciudad en Huelga
Güeros sigue la historia de Tomás, un joven que se embarca en un viaje junto a su hermano Sombra y dos amigos, Ana y Santos, para encontrar a Epigmenio Cruz, un mítico cantante que alguna vez fue admirado por sus padres. Mientras recorren la Ciudad de México, la huelga universitaria actúa como un telón de fondo, con manifestaciones y bloqueos que influyen en el desarrollo de la trama. La película, filmada en blanco y negro, no solo destaca por su estética, sino también por la manera en que mezcla el humor y la reflexión social, presentando a personajes que buscan su lugar en un país polarizado.
El film retrata la juventud mexicana no como un grupo homogéneo, sino como un conjunto de voces diversas que enfrentan su propia búsqueda de identidad en un entorno marcado por la inestabilidad. Los protagonistas no solo navegan por la ciudad en busca de un ídolo perdido, sino que también enfrentan sus propias crisis existenciales. Aquí, Ruizpalacios utiliza la huelga como una metáfora de la inmovilidad y la búsqueda de sentido en un país donde las líneas entre lo político y lo personal son borrosas.
La Colectividad Frente a la Individualidad
Uno de los aspectos más intrigantes de Güeros es su exploración del conflicto entre la colectividad y la individualidad. En la secuencia final de la película, se observa a los protagonistas inmersos en una manifestación estudiantil que detiene el tráfico de la ciudad. En este momento, la cámara deja de centrarse exclusivamente en los personajes principales y, en cambio, captura a la multitud que los rodea, creando un efecto donde los individuos se disuelven en la masa.
Ana, uno de los personajes, abandona el auto en el que viajan sus amigos y se une a la manifestación sin decir una palabra. Esta acción simboliza su renuncia a la individualidad en favor del colectivo, una decisión que resuena con las ideas de Karl Marx sobre la comunidad como el estado natural del ser humano. La colectividad, en este sentido, se convierte en un personaje en sí mismo, absorbiendo a los protagonistas en su flujo. Sombra, otro de los personajes, intenta seguir a Ana, pero se queda rezagado, destacando visualmente como un individuo en medio de una masa anónima.
Un Estreno Marcado por la Coyuntura
El lanzamiento de Güeros en 2014 coincidió con un periodo de gran agitación social en México, apenas unos meses después de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Este evento trágico desató una serie de protestas que resonaron con el espíritu de los movimientos estudiantiles del pasado. La generación que llenó las calles en 2014 había heredado el legado del movimiento #YoSoy132, y al ver Güeros en la gran pantalla, no pudieron evitar trazar paralelismos con su propia realidad. La cinta se convirtió, de alguna forma, en un espejo de la desilusión y la lucha por el cambio social.
Más que una Película: Un Comentario Social
Ruizpalacios logra, a través de su lenguaje cinematográfico, cuestionar qué significa ser joven en un país donde la desigualdad y el descontento social son constantes. El uso de tomas largas y el sonido ambiental de las manifestaciones no solo sumergen al espectador en el caos de la Ciudad de México, sino que también le hacen partícipe de la atmósfera política que define a los personajes.
Güeros no ofrece respuestas fáciles ni soluciones claras; en cambio, invita al público a reflexionar sobre su propio papel en un sistema que frecuentemente margina a los jóvenes. Al final, la cinta sugiere que, aunque el colectivo puede absorber a los individuos, siempre hay un espacio para la búsqueda personal y la resistencia frente a la uniformidad.
Con Güeros, Alonso Ruizpalacios no solo entregó una de las películas más impactantes de la última década, sino que también abrió un diálogo sobre la importancia de la colectividad en tiempos de crisis. La película es un recordatorio de que, aunque el tiempo pase, las luchas de una generación pueden seguir resonando en las siguientes, manteniendo viva la esperanza de un cambio social significativo.