¿El “cool jazz” es tan cool como lo pintan?
Pues al parecer la vieja guardia no lo vería de esta manera. El cool jazz dependiendo de que tan radical de pensamiento seas, lo podrás ver como un género que nace en contraposición al bebop de Parker y Gillespie, que intenta crear una música que retrate el estilo de vida calmado y relajado del California de finales de los 40. O como una deformación del género, producto de la apropiación cultural de la élite blanca, encabezada por Chet Baker, y las big bands de aquel entonces.
No importa con que definición te quedes, seguramente más de uno estaría de acuerdo. Dejando de lado todo prejuicio, y cualquier sesgo ideológico o “políticamente correcto” disfrutemos este estilo como lo que es, como música, solo música. El cool jazz está caracterizado por su tempo suave, sus voces melodiosas, y por ser música más propia para una reunión social.
¿Sin dinero no hay Jazz?
Lo cierto es que, todo comenzó tras la crisis económica al concluir la segunda guerra mundial. Las grandes bandas de swing eran difíciles de sostener económicamente, y por un tiempo dejaron de ser tan impresionantes como lo fue la radio, que daba una imagen de estatus y estabilidad económica de la posguerra. Los músicos emigraron a pequeños clubes donde las jam sessions eran la perfecta oportunidad para experimentar con nuevos sonidos. De estas sesiones nace el bebop, que era la vanguardia de aquel entonces y que era la “música de arte” por excelencia, ya que fue creada para ser apreciada y no bailada.
Sin correr, y sin perder el ritmo
Al principio de esta nota hablamos del prejuicio, aunque la mayoría de los grandes exponentes del cool jazz eran músicos blancos (perdón que insista con este tema pero, el jazz nace del dolor de un pueblo oprimido), lo cierto es que, Charlie Parker y Miles Davis fueron los grandes pilares para la creación del cool jazz. Charlie Parker siempre fue un artista “incomodo” en el buen sentido de la palabra y, una vez que su preciado bebop hubo tocado la cima para poco a poco estancarse en su propio sonido, “Bird” Parker al considerarse a si mismo más artista que músico y en su búsqueda por el cambio y la reinvención constante, decidió simplemente “tocar más lento, o al menos solo un poco”.
Parker jamás dejó de lado su sonido agresivo, pero en Strings de 1950, aplicó la de “si no puedes contra ellos, úneteles” y con una gran orquesta dio vida a su álbum más cool, o suave. Por otra parte, Miles Davis, impulsado por la rebeldía característica de un veinteañero con ganas de comerse el mundo, reunió a un grupo de músicos de la escena underground neoyorquina, (entre ellos un desconocido Gerry Mulligan) y exploraron las nuevas sonoridades que aún podrían encontrar en el tan desgastado bebop. Aunque el disco se estrenó en 1957, las canciones fueron grabadas entre 1949 y 1950.
Al rescate de las raices, pero con pocos buenos resultados
El estereotipo de que el cool jazz, era música para blancos, hizo que sus exponentes buscaran incorporar elementos del rhythm and blues y el soul. Sin embargo, el hecho de que la mayoría de sus exponentes blancos tuvieran más difusión, hizo que muchos músicos afroamericanos denunciaran el poco credito que se les daba a sus obras. Lester Young incluso señaló a Stan Getz por robarse todo su estilo y llevarse todo el crédito por ello.
¿Seremos capaces de disfrutar de la música sin prejuicios y darle a todos los artistas el reconocimiento que se merecen?, ¿O nos perdemos de buena música solo por algo tan banal como lo es el color de tu piel?