El vampiro como espejo del existencialismo moderno: “Only Lovers Left Alive”
Jim Jarmusch nunca ha sido un director que se conforme con lo obvio. Su película Only Lovers Left Alive (2013) es una exploración fascinante de los vampiros, pero no a través de los clichés del terror gótico, sino mediante una reflexión filosófica sobre la inmortalidad, el arte y el desencanto con la humanidad contemporánea. Esta película no solo rehúze los tropos típicos de su género, sino que utiliza a sus personajes inmortales para diseccionar la condición humana.
Adam (Tom Hiddleston) y Eve (Tilda Swinton) son los vampiros protagonistas, pero podrían ser también dándis posmodernos, refugiados en su estética personal y su desesperanza silenciosa. Adam, un músico talentoso y taciturno, habita en una Detroit que ha perdido todo su esplendor industrial. Eve, por su parte, encuentra refugio en Tánger, rodeada de una belleza que parece erosionarse lentamente. Ambos son criaturas de gustos exquisitos y conocimientos vastos, pero también prisioneros de una eternidad que ha convertido la búsqueda de significado en un acto agotador.
La ciudad como símbolo de decadencia
Detroit, con sus fábricas abandonadas y calles vacías, se convierte en el escenario perfecto para el melancólico Adam. La ciudad, otrora emblema del progreso estadounidense, ahora es un espectro de lo que fue. Esta metáfora urbana resuena con la filosofía de Jarmusch: un mundo que ha desperdiciado su potencial, un reflejo de una humanidad que ha fallado en honrar sus logros culturales y científicos. Adam menciona con pesar a Tesla y Darwin, figuras ignoradas por una sociedad que él percibe como zombies inconscientes.
Por otro lado, el Tánger de Eve, aunque exótico y menos devastado, tampoco escapa a la sensación de desgaste. Es una ciudad de leyendas antiguas, pero también de secretos ocultos, una última frontera para aquellos que no pertenecen al mundo de los mortales.
El arte como refugio
Para Adam y Eve, el arte no es solo una afición, sino una necesidad vital. La música de Adam, interpretada por la banda del propio Jarmusch, SQÜRL, se convierte en una expresión de su frustración y su sensibilidad extrema. El soundtrack, co-creado con Jozef Van Wissem, es una mezcla hipnótica de laúd medieval y sonidos electrónicos modernos, representando la fusión de lo antiguo con lo contemporáneo. La melancolía de esta música refleja el estado de ánimo de los personajes: una resignación hedonista y una pasión inextinguible por lo sublime.
Incluso los nombres de los personajes, Adam y Eve, no son referencias religiosas, sino una alusión a los “Diarios de Adán y Eva” de Mark Twain. Esta elección subraya una visión del amor como un acto de resistencia frente a la desesperación. La supervivencia de estos vampiros no se debe a su capacidad de beber sangre, sino a su habilidad para encontrar belleza en un mundo que se desmorona.
Vampiros existencialistas
Adam y Eve no son depredadores sedientos de sangre. Jarmusch los retrata como criaturas intelectuales, con guantes de cuero y cabelleras indomables que reflejan su naturaleza salvaje y sofisticada. La “contaminación” de la sangre humana, de la que se protegen con precauciones rituales, parece ser una metáfora de la corrupción del mundo moderno.
El personaje de Christopher Marlowe, interpretado por John Hurt, añade una capa adicional de ironía y profundidad. Este vampiro veterano insinúa que fue el verdadero autor de las obras de Shakespeare, perpetuando uno de los mitos literarios más intrigantes. La presencia de Marlowe sugiere que, para Jarmusch, la historia y el arte son también formas de inmortalidad.
Una reflexión sobre el tiempo y la humanidad
Only Lovers Left Alive es una obra contemplativa que se deleita en los detalles visuales y simbólicos. Cada escena está impregnada de referencias culturales y artísticas, desde los cuadros que decoran los refugios de los vampiros hasta las menciones a figuras históricas olvidadas. Es una película que rechaza la acción rápida y los sustos fáciles, apostando por una narrativa lenta y meditativa que refleja la eternidad misma.
Jarmusch nos muestra que los vampiros, en su sofisticación y tedio existencial, son un reflejo de nuestras propias luchas con el tiempo, la belleza y el significado. Al final, no son los monstruos quienes deben temerle a la muerte, sino los humanos que desperdician su vida.
En esta película, el amor y el arte son las únicas formas de supervivencia. No solo para los vampiros, sino también para nosotros.