Jazz Contemporáneo

Hiromi Uehara: entre fronteras y teclas

Ya era hora que una mujer figurara en esta fiesta de salchichas que es el Miles Jazz Club.

Hiromi Uehara nació en 1979 en Hamamatsu, Japón, y desde los seis años comenzó a domar el piano creando para si un lenguaje secreto. A los ocho ya respiraba jazz gracias a su maestra Noriko Hakita, y a los catorce estaba tocando con la Orquesta Filarmónica Checa. Tres años después, en Tokio, se cruzó con Chick Corea, quien la invitó a un concierto que cambiaría su horizonte. Esa mezcla de azar y disciplina la acompañaría siempre: primero componiendo jingles para marcas japonesas, después estudiando en Berklee College of Music en Boston, bajo la tutela de Ahmad Jamal, y finalmente arrancando su carrera discográfica con Another Mind (2003).

Lo suyo nunca fue encasillarse. Hiromi toca como si el jazz, el rock progresivo, la clásica y la fusión fueran simples escalones de un mismo juego. Prefiere que el público decida cómo llamarlo: “Es simplemente la unión de lo que he estado escuchando y aprendiendo”, dice. Esa alergia a las etiquetas no la ha detenido. Al contrario: su virtuosismo y su manera física de atacar el piano la han convertido en referente global, con premios que van desde un Grammy hasta reconocimientos en DownBeat y Boston Music Awards.

Ha explorado diferentes formatos: desde tríos con bajistas como Anthony Jackson y bateristas como Simon Phillips, hasta experimentos eléctricos con David Fiuczynski. También grabó con Chick Corea en el Blue Note Tokyo, y se lanzó a un quinteto de cuerdas en Silver Lining Suite (2021), donde se inclinó hacia la música clásica sin abandonar el pulso del jazz.

En 2023 sorprendió con Sonicwonderland, un viaje funky y eléctrico con Hadrien Feraud en el bajo, Gene Coye en batería y Adam O’Farrill en trompeta. Grabado casi como una sesión en vivo, el disco nació de la necesidad de encontrar músicos que se ajustaran a los sonidos que Hiromi imaginaba en su cabeza. “Hacer un disco es como hacer una película”, dijo, “y yo soy la directora que busca al actor perfecto para cada papel”.

Más allá de los discos —Brain, Spiral, Spectrum, Spark—, Hiromi es pura energía en escena. Pianista de conservatorio que parece guitarrista de rock, salta del Yamaha CFIII-S al Nord Electro como si fueran extensiones de su cuerpo. No es casualidad que haya estado en festivales como Montreux o Monterey, o que su música sonara en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Tokio.

Hiromi no toca para encajar, toca para expandir. En cada acorde hay velocidad, riesgo y esa sensación de que el piano, en sus manos, puede ser cualquier cosa menos predecible.

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